El viaje superincreíble de Freddie Yates by Jenny Pearson

El viaje superincreíble de Freddie Yates by Jenny Pearson

autor:Jenny Pearson
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2022-08-10T16:54:29+00:00


El guardia centró su atención en Phyllis.

—¿Es cierto, Phyllis?

—Sí, Albert iba a aporrearme con esa pala de ahí.

—Ya he dicho que no iba a aporrearte; sólo iba a amenazarte... a asustarte un poco.

—¡Bah! ¿Asustarme a mí? Jamás. —Se rió ella, y la verdad es que yo la creí.

Vista de cerca, tenía la expresión resuelta de las señoras mayores. A veces, la yaya también ponía esa cara. Como cuando me pilló escondiéndome brócoli en los bolsillos en vez de comiéndomelo, o como cuando papá intentó ponerse un chándal para la fiesta de jubilación del señor Burnley. O como cuando yo estaba en tercero y ella se presentó en la escuela hecha un basilisco porque yo me había puesto un poco nervioso por no tener una madre a la que escribirle un poema en el festival del Día de la Madre. Daría cualquier cosa por volver a ver esa expresión en su cara.

El policía hizo rodar los hombros hacia atrás.

—Bien. Pongamos la situación bajo control.

Eso me pareció una buena idea. Yo no podía perder el tiempo sentándome encima de viejos; tenía que encontrar a Alan Froggley.

El agente se sacó un móvil del bolsillo.

—¿Puedo hacer una foto?

—¿Como prueba? —le pregunté yo.

—No. Para el periódico de Gileston. Tengo dos empleos, también soy el periodista del pueblo. Y que tres niños hayan evitado una agresión es la mejor historia que hemos tenido aquí desde... bueno, desde siempre, la verdad.

A mí eso no me pareció muy profesional.

—¿Ahí no hay un conflicto de intereses... al ser policía y reportero?

—Nunca ha sido un problema hasta ahora. Venga, bonita. ¿Una foto, por favor?

Yo no quería que nadie viera una foto mía vestido de Supergirl. Ni aunque fuera para un periódico local con un total de doce lectores.

—Nada de fotos —repliqué.

—Oh, venga, no seas tan tímida. Me harías un gran fa­vor.

—A mí me parece bien —intervino Ben.

Yo le lancé mi mirada de «Será mejor que no te parezca bien», pero, o no se dio cuenta, o fingió no enterarse, porque dijo:

—¿Dónde hay mejor luz?

Charlie ya había puesto sus morritos de Instagram, así que supe que él no iba a apoyarme.

—Esto es cualquier cosa menos mantener un perfil bajo —siseé.

Ben me tiró de la capa.

—No hagas una montaña de un grano de arena. Nadie va a saber que somos nosotros. Venga, será divertido.

Ellos iban a aceptar, así que yo le dije al policía-periodista:

—Vale, pero queremos permanecer en el anonimato.

Y como precaución, les ordené a Ben y a Charlie que se pusieran la máscara. Mientras ellos adoptaban distintas poses de superhéroes para las fotos, yo giré la falda con poco entusiasmo y me dije a mí mismo que era muy improbable que las noticias de Gileston llegaran muy lejos. Aun así, ahí fuera había un Gerifalte enfadado que podía estar buscándonos, y unos padres potencialmente más enfadados en Andover. Pero me saqué todo aquello de la cabeza, porque necesitaba concentrarme en mi viaje para encontrar al padre al que creía que estaba desesperado por conocer.



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